La muerte del esposo/a o un ser querido, un divorcio o separación, las malas relaciones en el trabajo, un despido o un cambio de trabajo o de lugar de residencia, dificultades económicas, etc., pueden generar estrés. Otras situaciones que generan estrés son las prisas del día a día, el tener que ocuparse de un familiar enfermo, el tratar de conciliar la vida laboral y la familiar, entre muchas otras.

Los síntomas del estrés son la tensión física o emocional. Algunos síntomas emocionales del estrés son irritabilidad, agobio, indecisión, cansancio emocional, tristeza, melancolía o ansiedad. Algunos de los síntomas físicos incluyen cansancio, problemas de estómago, aumento o pérdida de apetito o peso, tensión arterial alta, dolores de cabeza, de espalda, cuello o pecho, problemas para dormir, etc.

Acudir a terapia una hora a la semana puede ayudar mucho a afrontar el estrés de manera saludable y aliviar el sufrimiento. Se sentirá escuchado, comprendido, acompañado y más tranquilo tras cada sesión. Si está tomando pastillas, será posible dejarlas (siempre bajo supervisión médica). Lleva un tiempo lograr el cambio deseado, que depende de cada persona y su situación. No se sale del estrés de un día para otro y los libros de autoayuda al final ayudan muy poco. Acudir a terapia es una buena inversión en bienestar emocional y físico. Es necesario advertir que un estrés elevado o que dura demasiado tiempo puede llevar a la ansiedad, a una depresión y puede provocar enfermedades físicas graves.